Érase una vez la historia de una muchacha, pobre y con los pies desnudos, que se encontró unas atractivas y tentadoras zapatillas rojas. Deseaba ir al baile, deseaba tener aventuras, deseaba llegar más lejos. La decisión era inevitable. No había dilema. La chica se calzó ese objeto deseado y alcanzó mucho más de lo que esperaba. Consiguió triunfar en la fiesta, obtuvo lo que ansiaba pero, cuando intentó desprenderse de las zapatillas, no pudo. Se habían convertido en parte de su cuerpo, ahora estaba condenada a recorrer el mundo bailando y las zapatillas la harían danzar hasta la muerte.
Cada vez que la humanidad ha encontrado un nuevo soporte de comunicación, éste se le ha presentado con todos los atractivos de unas maravillosas zapatillas rojas. Y la humanidad ha conseguido mucho más de lo que esperaba. Para lo bueno y para lo malo. La comunicación es previa a la existencia de la humanidad y anterior a la conciencia de la propia humanidad como tal. Es algo que conforma cualquier grupo que tenga vida. Todos los animales comparten con los humanos estas características y ciertas idoneidades para el recuerdo y el aprendizaje. Seguimos teniendo muchas cosas en común con nuestros hermanos vitales. Pero, los animales no tienen ‘zapatillas rojas’.
La diferencia estriba en que la humanidad convierte esa capacidad de comunicación en un espacio externo y complejo de símbolos transmitidos por los más diferentes soportes, comenzando por el propio cuerpo, y las más variadas técnicas, comenzando por el habla. La humanidad inventa un espacio virtual que se puede discutir, enseñar, imaginar, que el grupo modela y transforma en maravillosas o terribles historias en que la sociedad humana habla de sí misma y su futuro. Comunicación es simplemente lo que nos hace sentirnos en comunidad.
Cada soporte nos permite extender nuestro mundo, ver más lejos, ir más allá. Cada soporte ha permitido una mayor comunicación, un intercambio de informaciones cada vez más seguro, cada vez más extenso, cada vez más rápido, hasta llegar a una conexión que puede ser prácticamente instantánea y universal. Cada soporte de comunicación facilita una articulación más eficaz de las tareas del grupo humano, una cooperación cada vez mayor y cada vez más necesaria entre los humanos, una comprensión mejor de lo que significa formar parte de la humanidad. Pero, al mismo tiempo, cada soporte implica un lenguaje que necesita un nuevo aprendizaje, unas prácticas que modelan un nuevo tipo de sociedad y un poder extendido que provoca unas determinadas luchas por su control. El cuerpo y el habla, los signos y grafías reflejados en piedras, papiros, pergaminos o papel, la imagen fija, fijada y en movimiento, todos los artilugios, herramientas y artefactos que emiten y captan ondas, que codifican y construyen mensajes, son simplemente calzadores para los más diversos contenidos e historias que acompañan la música coral de una humanidad en movimiento.
El núcleo original de la comunicación no ha cambiado desde los orígenes. La comunicación oral de nuestros pensamientos sigue siendo la fundamental entre los seres humanos, mientras que la curiosidad, el placer, el juego y el deseo de aventura son las inquietudes que animan el desarrollo de la humanidad.
Sigamos la historia, las aventuras y las sorpresas de este baile que comenzó el día en que el pequeño grupo humano original decidió probarse unas atractivas zapatillas rojas. Y comprobemos cómo, desde entonces, la humanidad no ha parado de danzar.
Prefacio al libro de https://www.amazon.es/Historia-mundial-comunicaci%C3%B3n-Signo-Imagen-ebook/dp/B00WWYFR1Y